ALFREDO BOADA ESPÍN

Alfredo Boada Espín

Nació en Tabacundo el 16 de enero de 1903. Fueron sus padres, don Federico Boada Aguilar y la señora Dolores Espín.

Recibió educación primaria en la escuela que hoy lleva su nombre, conquistando las más altas calificaciones. Inició sus estudios secundarios en el Seminario de San Luis, de Quito. Se graduó de Profesor en el Normal “Juan Montalvo”, con notable éxito.

Alfredo Boada perteneció al grupo de maestros que estudian y escriben, trabajan y no abandonan su preparación personal. No fue de esas gentes que se anquilosan y olvidan hasta las cartillas en que resumieron sus experiencias de colegio y aula. Mente despierta e inquieta, sabe su responsabilidad y su situación de hombre atormentado por el porvenir cultural del país. Maestro por vocación, amó entrañablemente a los niños y jóvenes humildes. Enseñó en un ambiente de libertad porque quería formar hombres libres para que puedan gobernarse por sí mismos, regir sus propias vidas, reconocer voluntariamente un deber y puedan aceptar espontáneamente un sacrificio.

Inició su labor docente en un caserío de San José de Minas llamado Alance; después desempeñó los siguientes cargos: profesor de la escuela de Pomasqui; profesor de las escuelas Municipal y “28 de Septiembre” de Ibarra; en la escuela “Leopoldo Chávez” Anexa al Normal “Juan Montalvo”; Director de la escuela “Pacífico Proaño”, profesor y Director de la escuela “Francia”, hoy “Alfredo Boada”; catedrático en el Normal “Alejandro Chávez” de Otavalo; Rector de los colegios “Abelardo Moncayo” de Atuntaqui y “Alfonso Herrera” de El Angel. Este educador de clara inteligencia, de generoso corazón y exquisita sociabilidad, en todas partes dejó indelebles huellas de su paso luminoso, concretando en obras humanitarias y de cultura que han comprometido la gratitud de todas las poblaciones a las que sirvió y le recuerdan con cariño.

Fue Concejal, Vicepresidente y Presidente del Municipio de “Pedro Moncayo” durante varios períodos: 1933, 1935, 1936, 1938, 1943 y 1949, sirviendo a su patria chica con verdadero espíritu de patriotismo, con abnegación y un total desprendimiento, con iniciativas renovadas y una personalidad plenamente definida. Tuvo a flor de labios luminosos pensamientos acerca del libro; tomados de diversos autores, como: “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado un amigo que perdona; destrozado un corazón que llora”. Por esto, puso libros en manos de los niños; creó la hora del cuento en las escuelas; fomentó bibliotecas y, en el caso particular del Concejo de Pedro Moncayo, incrementó la biblioteca con numerosos volúmenes, especialmente de literatura, los mismos que puso al servicio de los lectores permitiendo que llevaran a las casas para leerlos. Como Presidente del Municipio de “Antonio Ante”, Imbabura, recibió “el tributo de admiración por honrar por muchos años nuestra sociedad y que, con su cultura y patriotismo contribuyó a la realización de grandes obras en Atuntaqui.

Escritor de pulcra corrección. Su sólida cultura general le permitió escribir con soltura y fluidez sobre los más variados temas. Inspirado poeta de la nueva estética; sus veros grávidos de armonía interior tienen un profundo y delicado sentimiento que brotan de su alma con suavidad y dulzura incomparables; singularizan al vate subjetivo y de exquisita sensibilidad. Parte de su producción literaria se halla recogida en la Revista HOMENAJE POSTUMO A DON ALFREDO BOADA ESPIN, publicada por el Colegio Nacional “Abelardo Moncayo” de Atuntaqui, cuando Rector el tabacundeño Augusto Mantilla Jarrín, y los Municipio de “Antonio Ante” y de “Padro Moncayo”. Allí se encuentra el cuento Tragedia en el páramo, el cuadro melodramático Raza Vencida, los poemas Quejas Perdidas, Plegaria, Andando por chaquiñanes, Campesina, A la Reina de Navidad de Atuntaqui, 1958, poema que obtivo el Primer Premio en el concurso organizado por la Escuela “José R. Vasquez”… El poema Salve Maestro obtuvo el Primer Premio en un Concurso Nacional. El artículo costumbrista La entrada de ramas; artículos en la revista internacional “Reflejos” que dirigía el escritor Corona Cid.

En sus juveniles años fue un destacado deportista; socio fundador y Presidente del Club Pedro Moncayo, de Tabacundo.

Fue un católico de verdad; veneró a la Santísima Virgen. En la advocación de Nuestra Señora de Natividad, a quien, cariñosamente, la llamó MAMA NATI.

Sus discursos fogosos, valientes, interpretando el alma de la tierra a quien entregó sin reservas lo más preciado de su juventud, causaron admiración de los oyentes y gratitud de sus compatriotas.

Alfredo Boada, maestro de singulares y relevantes méritos intelectuales, político prestigioso, ciudadano distinguido, amigo leal, poeta dedicado y, sobre todo, tabacundeño ciento por ciento, falleció en Quito el 27 de noviembre de 1965.

(Tomado del libro LOS NOMBRES DE LAS CALLES Y PARQUES DE TABACUNDO del Profesor Carlos Ernesto Estrella Aguirre.)

El Ministerio de Educación y Cultura designó con el nombre de “Alfredo Boada Espín” a la escuela de Tabacundo, que antes se llamaba “Francia”.

El Municipio de Pedro Moncayo designó con el nombre de “Alfredo Boada Espín” a una de las calles de Tabacundo.

El Taller Cultural “Retorno” realizó el segundo ENCUENTRO DE POETAS Y ESCRITORES DE PICHINCHA con el nombre de “ALFREDO BOADA ESPÍN”, en el año 2012 y publicó un pequeño libro con selectas poesías del Poeta Tabacundeño.